martes, 20 de septiembre de 2016

La educación sexual todavía deja mucho que desear


En una de las clases españolas, se explica el proceso de fecundación.


El pasado 13 de septiembre la revista médica BMJ Open publicó un estudio realizado por la School of Social and Community Medicine, de la Universidad de Bristol (Reino Unido), sobre lo que opinan alumnos de diferentes partes del mundo (EEUU, Canadá, Nueva Zelanda, Australia, Japón, Irán, Brasil, Reino Unido, Irlanda y Suecia) respecto a la educación sexual que reciben. La mayoría coincide en que los contenidos están obsoletos, son impartidos inadecuadamente por personas no profesionales que, a menudo, se sienten cohibidas en esta tarea; no tienen en cuenta el hecho de que la audiencia está formada por personas sexuales que, es muy probable, que estén experimentando o poniendo en práctica esta faceta de su personalidad y casi todos tachan los modelos educativos de higienistas, negativos y centrados más en las cuestiones científicas o de prevención, que en las psicológicas o de disfrute.

“Se nos habla básicamente del coito y una de sus consecuencias, los embarazos, pero nunca sobre masturbación, sexo oral u otro tipo de prácticas o sexualidades”, apuntaba uno de los alumnos entrevistados para el estudio. “Cuando empecé a experimentar el sexo me di cuenta de que la mayor parte de las cosas que nos contaron estaban mal explicadas”, se quejaba otro. Una chica denuncia la visión sexista y estereotipada de los comportamientos de ambos géneros frente a la sexualidad, “a nosotras se nos inculca que no debemos sentirnos presionadas para tener relaciones. Siguen con la idea de que el chico es el que está más interesado en hacerlo, mientras nosotras no. No se dan cuenta que muchas chicas también quieren tener sexo, probarlo, experimentarlo y disfrutarlo”. “No hablan de la parte emocional de la sexualidad, cómo afecta a la persona. Se centran en la anatomía y la biología. Ya he visto muchos vídeos de ese tipo. Deberían hablarnos de la presión que hay ahí fuera, de los medios, los amigos, la familia. Todo eso es importante y no lo contemplan”, afirma otro estudiante.


El caso español. El sexo entra dentro del campo de la ideología, la religión no

En España las cosas no han cambiado mucho desde los tiempos en los que un cura progre o una religiosa –personajes que, supuestamente, no tenían mucha experiencia en la materia– nos explicaban con diapositivas todo lo que pasaba desde el momento en que un espermatozoide alcanzaba el óvulo hasta el feliz día del parto. Claro que olvidaban un pequeño inconveniente, el sexo es todo lo que ocurre justo antes. Pero todavía perdura esa creencia errónea que plantea esta ecuación: a más información sexual, más promiscuidad y más problemas. Siguiendo esta lógica aplastante podríamos presumir que los alumnos de química acabarán siendo científicos locos, que idearán una fórmula para acabar con la raza humana; o que los que estudian para cirujanos tienen grandes probabilidades de emular las hazañas de Jack El Destripador.


                                                                         El ministro de educación Jose Ignacio Wert.

El debate sobre si la sexualidad debe entrar en las aulas o ceñirse al círculo familiar sigue más vivo que nunca. La LOGSE de 1990, introducía la apertura de los centros escolares a la educación sexual afectiva y reproductiva, aunque no hablaba de contenidos específicos. La LOE (2006) apostaba más por la transversalidad, es decir, incluir estos temas en asignaturas como Educación para la ciudadanía y la LOMCE (2012), más conocida como Ley Wert, eliminó estos contenidos por considerar que podían estar muy ideologizados, aunque incluye la religión. La educación sexual queda entonces relegada a la consideración del centro educativo y el presupuesto de que se disponga.

Según Ana Yáñez, sexóloga, psicóloga, directora del Instituto Clínico Extremeño de Sexología, coordinadora y docente del Máster de Sexología de la Universidad de Extremadura y con una amplia experiencia a la hora de impartir clases sobre sexualidad en colegios, “la educación sexual es una materia trasversal, a criterio del colegio y que, en el mejor de los casos, se reduce a unas charlas esporádicas realizadas por sexólogos. Aunque también hay mucho intrusismo. A veces es impartida por padres de alumnos o por empresas de higiene íntima o preservativos que, en algunos casos, no llevan a profesionales y cuyos seminarios están más orientados a la venta del producto que a la información o educación”.

El sexo todavía levanta ampollas y es siempre una actividad extraescolar muy vigilada y monitoreada por padres y profesores. “En este sentido, siempre hay que contar con la aprobación de la asociación de padres para dar las charlas o utilizar las guías –libros de texto– elaboradas para esta materia”, apunta Yáñez. “Cuando impartimos la clase, hay siempre un profesor en actitud de oyente. Algo que considero inapropiado porque muchos alumnos pueden sentirse cohibidos a la hora de preguntar o comentar algo delante de su tutor. Es un tema delicado, que solemos tratar con el mayor anonimato posible para que no de a pie a estigmatizar a los compañeros. Antes de empezar la clase decimos que los alumnos escriban sus preguntas o temas a tratar en un pedazo de papel y lo echen a una urna para asegurarnos de que tratamos los asuntos que les preocupan”.

Según esta experta, los países que mejor nota sacan en esta asignatura son Finlandia, Suecia (con un programa en la tele para niños), Canadá, Holanda y Alemania; y añade, “una buena educación sexual que contemple la dimensión bio-psico-social del individuo, va más allá de evitar embarazos no deseados o contagios de ETS, contribuye a una sociedad menos machista, reduce la violencia de género y evita muchas patologías de índole sexual, que tienen su base en traumas psicológicos o concepciones erróneas respecto a la sexualidad”.



Abundancia, R. (20 de Septiembre de 2016). El clítoris, la nueva lección para este curso en los colegios franceses. El País. Recuperado de http://www.elpais.com